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¿Qué es el asma?

El asma bronquial es una enfermedad, con síntomas repetidos, en la cual los bronquios se inflaman y se estrechan, dificultando la respiración. Los bronquios son como tubos por donde el aire entra y sale de los pulmones cuando respiramos. Los bronquios tienen una capa interna de músculo; ese músculo en las personas con asma está engrosado.

En el asma los bronquios sufren una inflamación crónica, y reaccionan ante muchos estímulos; la reacción consiste en que los músculos se contraen hacia la zona interior del bronquio. Así, los bronquios se estrechan, y producen dificultad para respirar. Respirando a través de una pajita de beber, se nota la misma sensación de dificultad respiratoria que tienen las personas en una crisis de asma.

Actualmente se prefiere no hablar de asma, sino de asmas, para distinguir diversos tipos de asma, según la causa, la respuesta al tratamiento y la evolución.

Así se puede hablar de asma del lactante, asma inducido por virus, asma alérgica, asma de causa desconocida, asma inducida por ejercicio, asma intermitente, asma persistente, asma leve, moderada, severa, asma inestable, asma no controlada, etc. El asma de un paciente puede tener varias de estas características al mismo tiempo. Además, el asma puede cambiar y tener unas características en un momento, y otras distintas más adelante.

Para referirse a esa situación en que los bronquios se estrechan de manera repetida se emplean muchos nombres, como asma, broncoespasmo, broncoespasmo recurrente, bronquitis recurrente o recidivante, bronquitis disneizante, bronquitis espástica, hiperreactividad o hipersensibilidad bronquial.

A veces se reserva el nombre de asma para cuando los síntomas tienden a permanecer, y se usan los otros nombres cuando los síntomas tienden a desaparecer. Pero todos estos nombres se usan para los mismos síntomas, y para ellos se usan los mismos tratamientos.

Además es muy difícil pronosticar si los síntomas van a desaparecer finalmente o se van a prolongar mucho tiempo. Por ello, se recomienda usar el nombre de asma, aunque asuste más. El hecho de llamar a los síntomas por un nombre u otro no hace que mejoren, y usar el nombre de asma no significa que el paciente vaya a evolucionar peor.

La bronquitis es la inflamación de los bronquios causadas por distintos motivos. La mayoría de los niños pueden padecer bronquitis en algún momento. Se puede tener una segunda bronquitis con bastante frecuencia. Cuando se padecen tres o más bronquitis, es muy probable que se trate de un asma, aunque se le siga llamando bronquitis.

Broncoespasmo quiere decir que los músculos de los bronquios se contraen y los bronquios se estrechan. El broncoespasmo no es una enfermedad por sí mismo, sino que es una parte, un componente de los síntomas que aparecen en las bronquitis y en el asma.

La hipersensibilidad o hiperreactividad bronquial (HRB) tampoco es una enfermedad por sí misma. Se refiere a que los bronquios reaccionan más de lo habitual frente a muchos estímulos, como infecciones, alergenos, aire frío, contaminación, ejercicio, tabaco, etc. La hiperreactividad bronquial es una característica, un rasgo del asma. La hiperreactividad puede ser debida a alguna alergia, y también puede aparecer como resultado de infecciones de los bronquios y persistir durante mucho tiempo.

El asma es una enfermedad en la que existe hiperreactividad bronquial, que da lugar a broncospasmo y bronquitis. El asma no es la única causa por la que se producen las bronquitis, dado que pueden haber otros motivos como las infecciones. A veces se utilizan estos nombres de forma indistinta para referirse a los mismos procesos.

Los síntomas principales son tres: tos, sibilantes y disnea.

La tos suele ser “seca” inicialmente, en ataques, y luego se va convirtiendo en tos “húmeda” o “productiva”, de arrancar mucosidades.

Los sibilantes o “pitos” son como silbidos que se forman en los bronquios al pasar el aire. A veces sólo se oyen al auscultar con un fonendoscopio, y otras veces se oyen simplemente con la oreja, incluso a distancia del paciente.

La disnea es la sensación de dificultad respiratoria, de “ahogo”, o “fatiga” o “asfixia”. El paciente nota que le cuesta trabajo respirar, que le resulta difícil que el aire entre y salga de los pulmones.

Cuando una ventana está totalmente abierta, puede pasar mucho aire y no se oye ningún ruido; cuando se deja una rendija, pasa poco aire y además se oye como silba. Es una situación similar a lo que ocurre en el asma.

Se puede notar también una sensación de dolor o de presión en el pecho, como si se tuviese un peso en el pecho y no se pudiera mover.

No, no son exclusivos. La tos puede deberse a muchísimas causas. Los sibilantes o pitos son muy típicos del asma, pero también pueden aparecer en alguna infección bronquial. La dificultad respiratoria puede deberse también a muchos motivos, aunque el asma sea el más frecuente.

Lo típico del asma es la aparición repetida de los síntomas, sobre todo si aparecen los tres de manera conjunta. Cuando los síntomas aparecen por primera o segunda vez, hablamos de bronquitis . Cuando aparecen tres o más veces será cuando podamos empezar a sospechar que se trate de un asma.

Existe mucha variedad. Lo más habitual es comenzar con tos, después se notan los “pitos” o sibilantes, y finalmente la dificultad respiratoria y la opresión en el pecho. Cuando se va mejorando, primero desaparece la dificultad respiratoria, después los pitos y por último la tos.

El orden de aparición y desaparición puede variar, y comenzar por la dificultad respiratoria, sin tener tos ni oírse pitos, y puede ser incompleto, en el sentido de que sólo aparezca un síntoma o dos, y no el tercero.

En el caso de la tos, hay personas con asma que sólo tienen tos, sin los otros síntomas. Es lo que se llama tos espasmódica o equivalente asmático. Es una tos seca, en ataques que responde a la medicación antiasmática.

En algunas personas la aparición de síntomas es muy rápida, en cuestión de horas o incluso de minutos, y en otras es lenta, a lo largo de 2-3 días. La velocidad de desaparición es igual de variable. Cuanto más rápido sea, más probable es que el desencadenante sea alguna alergia, mientras que los procesos más lentos suelen estar desencadenados por alguna infección.

Los síntomas varían de ser mínimos, que pasan desapercibidos, hasta llegar a ser mortales. Hay niños que están desarrollando su vida normal, incluso haciendo ejercicio, y que cuando son auscultados presentan sibilantes; si no son auscultados nadie diría que presentan asma en esos momentos. Otras veces los síntomas producen leve dificultad respiratoria, que no se nota con actividad tranquila, pero que se percibe al hacer alguna actividad más acelerada. En otras ocasiones sólo se nota la dificultad respiratoria al hacer un ejercicio intenso y mantenido.
Cuando los síntomas son más intensos el paciente debe estar en reposo, incluso concentrando todos sus esfuerzos en respirar. Si van a más, puede necesitarse tratamiento hospitalario, con oxígeno, o llegar a necesitar intubación y respiración artificial. Finalmente, en los casos más graves puede producirse la muerte; de hecho la mortalidad por asma ha aumentado en los últimos años.
La gravedad de los síntomas puede variar en un mismo paciente de unas ocasiones a otras, por lo que se debe aprender a reconocer los primeros síntomas y empezar el tratamiento de rescate de manera precoz, sin esperas.

Los síntomas varían de ser mínimos, que pasan desapercibidos, hasta llegar a ser mortales. Hay niños que están desarrollando su vida normal, incluso haciendo ejercicio, y que cuando son auscultados presentan sibilantes; si no son auscultados nadie diría que presentan asma en esos momentos. Otras veces los síntomas producen leve dificultad respiratoria, que no se nota con actividad tranquila, pero que se percibe al hacer alguna actividad más acelerada. En otras ocasiones sólo se nota la dificultad respiratoria al hacer un ejercicio intenso y mantenido.

Cuando los síntomas son más intensos el paciente debe estar en reposo, incluso concentrando todos sus esfuerzos en respirar. Si van a más, puede necesitarse tratamiento hospitalario, con oxígeno, o llegar a necesitar intubación y respiración artificial. Finalmente, en los casos más graves puede producirse la muerte.

La gravedad de los síntomas puede variar en un mismo paciente de unas ocasiones a otras, por lo que se debe aprender a reconocer los primeros síntomas y empezar el tratamiento de rescate de manera precoz, sin esperas.

Existe también una gran variedad. Hay personas que están habitualmente bien y cada cierto tiempo presentan episodios de asma, o crisis, o agudizaciones. Esos síntomas agudos de asma pueden aparecer una vez al año, o una vez al mes o a la semana. Algunas personas tienen síntomas que duran unas horas, y otras personas tienen síntomas durante varios días. Habitualmente los niños tienen recuperación total entre un episodio y otro, pero algunos tienen síntomas leves entre episodios, e incluso hay quien tiene síntomas más intensos de manera continua, todos los días del año.

Entre los que tienen síntomas intermitentes hay quienes tienen síntomas en los meses fríos, otros en la primavera, otros en toda época del año. Algunas personas sólo notan síntomas cuando coinciden con alguna infección, otras cuando realizan un ejercicio físico intenso, algunas personas cuando se ríen a carcajadas, o lloran, o en situaciones de “stress” y de nerviosismo.

Todas estas situaciones son lo que se llaman desencadenantes del asma, que no son los causantes de la inflamación crónica del asma, sino que actúan sobre unos bronquios ya previamente inflamados y muy reactivos.

Aunque cada persona puede tener su propio peor periodo, la época en la que más pacientes tienen síntomas es el otoño, y la que menos pacientes tienen síntomas es el verano. En el otoño coinciden cambios climáticos, bajada de temperaturas y más humedad y lluvias, con la vuelta de los niños al colegio. En esas condiciones climáticas proliferan los ácaros y los hongos, y al estar en la aulas los niños se ven más expuestos a contagiarse virus unos a otros.

Cuando hay más alergenos, los niños tienen más síntomas de asma; cuando se contagian con virus, los niños también tienen más síntomas de asma; pero cuando coinciden alergenos y virus, sus efectos se multiplican, con aumento de síntomas e incluso de hospitalizaciones por asma.

El asma se diagnostica habitualmente porque se presentan los síntomas típicos de manera repetida. Aunque en la mayoría de las veces es suficiente con los síntomas que cuenta el paciente, es conveniente realizar pruebas funcionales respiratorias para confirmar el diagnóstico. Estas pruebas se usan también, no para diagnosticar el asma, sino para conocer su severidad, su repercusión sobre la capacidad pulmonar.

En ocasiones se realizan también análisis de sangre para valorar la predisposición alérgica que tenga el paciente o para descartar que tenga otras enfermedades con síntomas parecidos al asma.

Se dan más detalles sobre las diversas pruebas en el apartado “Estudio de la alergia”, en otra zona de esta página web.

Las personas con síntomas muy leves, muy aislados, con recuperación completa, sin repercusión en su ritmo de vida pueden esperar a ver cómo va evolucionando su asma de manera espontánea y pueden ser controlados por su pediatra sin necesidad de hacer un estudio específico.

Las personas con síntomas severos deben estudiarse sin ninguna duda. Si se tienen síntomas frecuentes, intensos, duraderos, incapacitantes, limitantes, con amenaza para la vida, con mala respuesta al tratamiento, con evolución a empeoramiento, con complicaciones, con necesidades de ingresos hospitalarios o visitas a urgencias, etc, se debe hacer una valoración completa del asma sin demora por parte de un especialista.

Las personas con síntomas intermedios deben comentar con su médico la conveniencia de realizar ese estudio o bien de esperar, para tomar conjuntamente una decisión. En caso de duda es recomendable hacer el estudio.

Ante una consulta por sospecha de asma, el especialista valora tres aspectos: el qué, el cómo, y el porqué.

El qué se refiere a si los síntomas son en efecto debido al asma o si puede tratarse de otra enfermedad. En cada paciente, de manera individual, se realiza el llamado diagnóstico diferencial, que consiste en descartar otras enfermedades que pudieran llevar a confusión. Para ello se realizan análisis y pruebas, variables individualmente, según lo claros y típicos que sean los síntomas.

El cómo se refiere a la gravedad de los síntomas: se valoran muchos aspectos, como frecuencia de los síntomas, su duración, su intensidad, la respuesta a los tratamientos, la repercusión en la capacidad de hacer ejercicio, limitaciones en la vida diaria, pérdida de días de colegio o de trabajo, visitas a urgencias, hospitalizaciones, ingresos en cuidados intensivos, síntomas que ponen en riesgo la vida, evolución a lo largo del tiempo, etc. También se valoran las pruebas funcionales respiratorias para ver la repercusión en la capacidad pulmonar.

El porqué se refiere a identificar a los causantes y a los desencadenantes del asma.

Se dan más detalles sobre las distintas pruebas y análisis en el apartado “Estudio de la alergia”, en otra zona de esta página web.

Los causantes son los responsables de la inflamación crónica de los bronquios de las personas con asma. Son los que van causando un daño crónico y mantenido de los bronquios, y hacen que estos se vuelvan muy reactivos a toda clase de estímulos.

Los desencadenantes son los estímulos que actúan sobre ese bronquio ya previamente dañado, y son capaces de provocar un episodio agudo de asma. Los desencadenantes no causan el daño crónico, sino que se “aprovechan” del daño previo; si actúan sobre un bronquio sano no provocan ningún síntoma.

Los causantes más frecuentes del asma infantil son la alergia y las infecciones víricas. Además de causantes, tanto la alergia como las infecciones víricas actúan muy a menudo como desencadenantes.

Como desencadenantes, además de los dos anteriores, actúan el ejercicio, el aire frío, el tabaco, la contaminación, el “stress”, la risa, el llanto, los cambios climáticos, los olores fuertes, los humos, los ambientes cargados, etc.

Los desencadenantes se suelen llamar desencadenantes inespecíficos, excepto los alergenos, las sustancias que causan alergia, que además de causantes son también desencadenantes específicos.

La alergia es la causa identificable más frecuente del asma en los niños. Es relativamente poco frecuente en lactantes y niños menores de 4-6 años de edad, y es muy frecuente por encima de esa edad. Además la alergia tiene tratamiento disponible en la mayoría de los casos, con lo cual el asma mejora mucho o incluso llega a desaparecer por completo.

Se dan más detalles sobre asma y alergia en el apartado “Relación asma-alergia” en otra zona de esta página web.

Algunos datos de analítica o de radiografías pueden ser de ayuda, pero lo más frecuente es que se diagnostique por exclusión, especialmente en el caso de asma inducido por virus. Esto quiere decir que si se realiza un estudio de alergia y es negativo, que no se identifica ninguna alergia, se dice que no es asma alérgica.

Se refiere a que alguien tiene asma y que no se ha identificado el motivo, que el asma es de causa desconocida. Se suele decir de aquellos casos en los que no se ha encontrado ninguna alergia. Se reserva más bien para adultos o para niños mayores, ya que en los niños menores de 5-6 años, si no se encuentra alergia, se da por sentado que se debe a infecciones por virus.

Para hablar de asma “intrínseca” se debe haber hecho un estudio detallado de alergia y de otras posibles causas, pues en realidad es un asma de causa desconocida, y no se puede hablar de causa desconocida si no se ha intentado conocer e identificar. Con el paso de los años, según han ido mejorando las técnicas analíticas y de estudio, la proporción de asma “intrínseca” ha ido disminuyendo.

El asma ocupacional o laboral se refiere a cuando los causantes o los desencadenantes del asma se presentan en el lugar donde trabaja una persona. Puede ocurrir con trabajos en panadería, maderas, textiles, etc. No es un problema habitual en niños de los países desarrollados, pero ocasionalmente puede aparecer en niños que acuden con frecuencia al lugar de trabajo de sus padres, o a través de contactos indirectos, por sustancias que los padres traen del trabajo a casa en sus ropas. Comuníquele al especialista en qué trabajan las personas que viven en casa por esta posibilidad.

El tratamiento del asma tiene también tres aspectos, el tratamiento del qué, el tratamiento del cómo, y el tratamiento del porqué.

El tratamiento del qué se refiere al tratamiento de los síntomas agudos o tratamiento de rescate. Cuando aparecen los síntomas de manera aguda se usan medicamentos broncodilatadores, que relajan los músculos bronquiales contraídos, y hacen que los bronquios se ensanchen para que pase mejor el aire.

El tratamiento del cómo se refiere al tratamiento preventivo, que se usa a diario, para disminuir la inflamación crónica de los bronquios, y hacer que no sean tan reactivos.

El tratamiento del porqué se refiere al tratamiento de la causa o tratamiento etiológico. Cuando se averigua la causa se usa un tratamiento para eliminar esa causa, o para que el cuerpo se adapte a esa causa y no le cause ya daño.

Se dan más detalles esos tratamientos, la respuesta que se espera, y la actitud si no se observa mejoría, en el apartado “Tratamiento del asma y otras alergias” en otra zona de esta página web.

Es muy recomendable que las personas con asma se vacunen contra la gripe todos los años, a cualquier edad.

En niños son frecuentes las atelectasias, y menos frecuentemente aparecen las neumonías, y el neumotórax o el neumomediastino.

Las atelectasias se producen cuando algún bronquio se tapona por completo. En el asma se forman muchas mucosidades en los bronquios. Esas mucosidades van saliendo de los pulmones poco a poco, ayudadas por la tos que las empuja. Esas mucosidades se pueden atascar en algún bronquio, haciendo como un tapón, y el aire no puede entrar en alguna zona del pulmón.

Eso es lo que se llama atelectasia, y se ve como una “mancha” en las radiografías. Desaparecen cuando las mucosidades son expulsadas del bronquio, generalmente por la tos. Por ello no es conveniente dar medicamentos que eliminan la tos a los pacientes asmáticos. La tos ayuda a que las mucosidades se vayan moviendo y sean expulsadas de los bronquios.

Las neumonías son infecciones de alguna zona del pulmón. Son muy corrientes en personas con asma y sin asma. Los asmáticos tienen más facilidad porque las mucosidades se pueden infectar, sobre todo en las atelectasias.

Es similar a lo que ocurre con el agua: el agua corriente se mantiene limpia, el agua estancada se pudre y se contamina. Las mucosidades que se van moviendo son expulsadas, las mucosidades que se quedan atascadas se contaminan de microbios y se infectan dando neumonía.

En las radiografías puede ser difícil saber si una “mancha” en el pulmón es una atelectasia o una neumonía. El médico valora otros síntomas para distinguirlas.

Cuando se produce una fuga de aire de los pulmones por pequeñas roturas hacia otras partes interiores del pecho aparece el neumotórax (aire dentro de la pleura) o el neumomediastino (aire dentro del mediastino). Suele desaparecer espontáneamente, aunque algunas veces se debe pinchar para extraerlo.

Se sospechan cuando, en personas que tienen habitualmente síntomas de poca duración, los síntomas se están prolongando demasiado, en general más de 8-10 días, cuando aparece fiebre, cuando los síntomas son muy intensos, cuando no responden a la medicación habitual de rescate, cuando con la tos se va expulsando mucosidad espesa y de color oscuro, o cuando la auscultación no es la típica del asma.

En estas situaciones se sospecha alguna complicación, aunque no siempre se confirman, pues pueden aparecer en asmas no complicadas.

Las complicaciones descritas se diagnostican en muchos casos mediante radiografías. No está justificado hacer radiografías cada vez que una persona tiene una crisis de asma, pues la cantidad de radiación acumulada puede ser muy grande. El médico valorará cuándo hay necesidad de radiografía y la información que puede aportar.

Sí que pueden hacer deporte habitualmente, y es muy conveniente que lo hagan. De hecho, el asma de esfuerzo es muy frecuente entre deportistas de alto nivel. Evidentemente las personas con asma no pueden hacer deporte durante los episodios agudos, pero hacerlo en los intervalos sin síntomas les favorece mucho, porque mejoran el sistema respiratorio y el sistema cardiocirculatorio. De todas formas, se deben conocer a sí mismas, porque algunas personas con asma toleran el ejercicio sin problemas, pero otras pueden padecer broncoespasmo inducido por el ejercicio.

El asma de esfuerzo o disnea inducida por ejercicio se refiere a cuando una persona presenta síntomas agudos de asma al hacer un esfuerzo físico. En algunas personas con asma es un desencadenantes más entre otros, y en algunas personas es el único desencadenante, de manera que solamente tienen síntomas de asma al hacer ejercicio, pero no en otras circunstancias.

Los síntomas que pueden aparecer son los típicos, tos, sibilantes, dificultad respiratoria, y dolor o presión en el pecho. Pueden aparecer mientras se realiza el ejercicio, o poco después de terminarlo. Su aparición no es constante, siempre que se realiza ejercicio, sino que en algunas ocasiones se tolera el esfuerzo y en otras no.

Es muy importante que los profesores de educación física y entrenadores deportivos sepan qué niños pueden tener asma de esfuerzo.

Cuando es muy típico, es suficiente con los síntomas que relata el paciente. Otras veces los síntomas son más dudosos, pues alguien puede referir “cansancio” o “ahogo” al hacer deporte, y puede ser simplemente debido a falta de forma física adecuada. En los casos dudosos se deben hacer pruebas funcionales respiratorias con test de esfuerzo. Se dan más detalles sobre esto en el apartado “Estudio de la alergia”, en otra zona de esta página web.

Depende de la severidad del asma de cada paciente, de las condiciones climáticas (peor en días de viento, humedad, lluvia), temperatura (el aire frío es el peor), lugar (al aire libre generalmente peor que en lugares cerrados), estado del suelo (campos con hierba peor para alérgicos al polen; campos que levantan polvo peor para todos en general), estado del paciente (peor cuando coincide con alguna infección), objetos que se utilizan (como tatamis o colchonetas llenas de polvo), y también del tipo de ejercicio.

El mejor deporte para un niño con asma es el que más le guste. Si se ve obligado a hacer un deporte a disgusto, lo abandonará. Los deportes que más síntomas de asma pueden provocar son los que requieren un esfuerzo mantenido, sin descansos: las carreras de resistencia, el fútbol o baloncesto, en los que se está corriendo arriba y abajo continuamente, el hockey, el ciclismo, el patinaje, el rugby, el esquí nórdico.

Los que menos síntomas provocan son aquellos en los que se corre menos y hay descansos: deportes de raqueta, voleibol, gimnasia, artes marciales, golf, béisbol, ejercicios isométricos, natación, trampolín.

Pero si a un niño le gusta un deporte de los que pueden provocar más síntomas, es ese el que debe practicar, con ciertas precauciones.

Se debe tomar con regularidad el tratamiento preventivo general del asma que le haya recomendado su médico. A veces esto es suficiente para no tener asma de esfuerzo. Es recomendable hacer ejercicios previos de estiramiento y de calentamiento gradual. En algunos casos concretos, tu médico especialista puede recomendar tomar un broncodilatador unos minutos antes de comenzar el ejercicio. Si a pesar de este broncodilatador se presentan síntomas durante el esfuerzo, o al terminarlo, se debe volver a repetir la toma del broncodilatador. El médico le indicará qué tratamiento tiene que usar.

Cuando se tiene asma de esfuerzo, aparece lo que se llama un periodo refractario. Esto quiere decir que si una persona tiene síntomas de asma por el ejercicio y después se recupera, viene a continuación un periodo de 4-6 horas durante las cuales ya no aparece el asma, aunque se haga ejercicio intenso. Algunos deportistas de competición usan esta estrategia. Se provocan los síntomas previamente, para luego competir durante el periodo refractario. No haga esto sin consultar con el médico si es recomendable en su caso, pues, si los síntomas son intensos, puede ser peor el remedio que la enfermedad.

El asma infantil puede evolucionar de todas las formas. Puede empeorar, permanecer igual, mejorar, o desaparecer por completo.

Los niños que comienzan con asma de lactantes, pero que no tienen alergia, suelen evolucionar muy bien. El asma más corriente a esa edad está relacionada con infecciones víricas, y con cierto grado de “inmadurez” bronquial. Según va creciendo el niño y van madurando su sistema respiratorio y su sistema inmunológico, el asma va mejorando, y llega a desaparecer por completo. Este proceso puede tardar 4-6 años, durante los cuales el niño necesitará tratamiento de rescate y quizá también tratamiento preventivo.

Los niños con asma que tienen alergia presentan una evolución menos favorable que los no alérgicos. Su asma tiene tendencia a persistir durante más tiempo. Sin embargo, el asma de estos pacientes también puede ir mejorando mucho y llegar a desaparecer por completo. Esta mejoría se puede presentar o bien espontáneamente, o bien con el tratamiento antialérgico que corresponda.

Desafortunadamente hay pacientes, tanto alérgicos como no alérgicos, en los cuales el asma permanece sin cambios o puede empeorar.

Hay muchos factores que se desconocen. Cuanto más frecuentes e intensos sean los síntomas del asma, peor tiende a ser la evolución, aunque hay lactantes que pasan los primeros meses de vida con síntomas casi continuos y que después superan el asma por completo.

Para evolucionar favorablemente es importante que se siga el tratamiento de manera correcta, usando la medicación con las dosis, frecuencia y duración indicadas por el médico en cada caso.

Otro factor muy importante es que se averigüe la causa del asma y que se ponga el tratamiento correspondiente. Si no se identifica la causa de la inflamación bronquial crónica, esa causa seguirá actuando, y el asma persistirá. Si se identifica y se dispone de un tratamiento adecuado, al eliminar la causa el asma va mejorando hasta llegar a desaparecer.

La medicación preventiva del asma se usa durante periodos largos de tiempo, meses o años. En niños se usa de modo continuado en unas ocasiones, y en otras de modo intermitente, con descansos en los periodos sin síntomas. Por ejemplo, en verano hay muchos niños que interrumpen la medicación preventiva y luego vuelven a tomarla al acercarse el otoño.

La medicación preventiva no es “curativa”, es decir, no hace que desaparezca el asma para siempre. Hace efecto mientras se toma, y cuando se interrumpe deja de hacer efecto. Entonces los síntomas tienden a reaparecer, a menos que haya una mejoría espontánea del paciente, o una mejoría por un tratamiento etiológico o de la causa.

Si la causa se puede tratar, se puede llegar a eliminar por completo la medicación antiasmática.

Se dan más detalles sobre los efectos y el uso de los tratamientos en el apartado “Tratamiento del asma y otras alergias”, en otra zona de esta página web.

í que puede ocurrir. Cualquier persona puede empezar con síntomas de asma a cualquier edad, aunque nunca anteriormente hubiese tenido ni el más mínimo síntoma. Las personas que han padecido asma de niños y luego les ha desaparecido, pueden volver a tener síntomas más adelante, igual que cualquiera.

En los que tenían alguna alergia puede ser debido a reactivación de la alergia antigua o por aparición de alguna alergia nueva. Se debe consultar con el médico para hacer una valoración global de la severidad de los síntomas y de las posibles causas. Tanto en los “antiguos asmáticos” como en los “nuevos” se debe valorar un estudio global y completo del asma.

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¿Cuántos tipos de asma existen?

Actualmente se prefiere no hablar de asma, sino de asmas, para distinguir diversos tipos de asma, según la causa, la respuesta al tratamiento y la evolución.

Así se puede hablar de asma del lactante, asma inducido por virus, asma alérgica, asma de causa desconocida, asma inducida por ejercicio, asma intermitente, asma persistente, asma leve, moderada, severa, asma inestable, asma no controlada, etc. El asma de un paciente puede tener varias de estas características al mismo tiempo. Además, el asma puede cambiar y tener unas características en un momento, y otras distintas más adelante.

¿Tiene otros nombres el asma?

Para referirse a esa situación en que los bronquios se estrechan de manera repetida se emplean muchos nombres, como asma, broncoespasmo, broncoespasmo recurrente, bronquitis recurrente o recidivante, bronquitis disneizante, bronquitis espástica, hiperreactividad o hipersensibilidad bronquial.

A veces se reserva el nombre de asma para cuando los síntomas tienden a permanecer, y se usan los otros nombres cuando los síntomas tienden a desaparecer. Pero todos estos nombres se usan para los mismos síntomas, y para ellos se usan los mismos tratamientos.

Además es muy difícil pronosticar si los síntomas van a desaparecer finalmente o se van a prolongar mucho tiempo. Por ello, se recomienda usar el nombre de asma, aunque asuste más. El hecho de llamar a los síntomas por un nombre u otro no hace que mejoren, y usar el nombre de asma no significa que el paciente vaya a evolucionar peor.

¿Existe entonces diferencia entre bronquitis, broncoespasmo, hiperreactividad bronquial y asma?

La bronquitis es la inflamación de los bronquios causadas por distintos motivos. La mayoría de los niños pueden padecer bronquitis en algún momento. Se puede tener una segunda bronquitis con bastante frecuencia. Cuando se padecen tres o más bronquitis, es muy probable que se trate de un asma, aunque se le siga llamando bronquitis.

Broncoespasmo quiere decir que los músculos de los bronquios se contraen y los bronquios se estrechan. El broncoespasmo no es una enfermedad por sí mismo, sino que es una parte, un componente de los síntomas que aparecen en las bronquitis y en el asma.

La hipersensibilidad o hiperreactividad bronquial (HRB) tampoco es una enfermedad por sí misma. Se refiere a que los bronquios reaccionan más de lo habitual frente a muchos estímulos, como infecciones, alergenos, aire frío, contaminación, ejercicio, tabaco, etc. La hiperreactividad bronquial es una característica, un rasgo del asma. La hiperreactividad puede ser debida a alguna alergia, y también puede aparecer como resultado de infecciones de los bronquios y persistir durante mucho tiempo.

El asma es una enfermedad en la que existe hiperreactividad bronquial, que da lugar a broncospasmo y bronquitis. El asma no es la única causa por la que se producen las bronquitis, dado que pueden haber otros motivos como las infecciones. A veces se utilizan estos nombres de forma indistinta para referirse a los mismos procesos.

¿Qué síntomas provoca el asma?

Los síntomas principales son tres: tos, sibilantes y disnea.

La tos suele ser “seca” inicialmente, en ataques, y luego se va convirtiendo en tos “húmeda” o “productiva”, de arrancar mucosidades.

Los sibilantes o “pitos” son como silbidos que se forman en los bronquios al pasar el aire. A veces sólo se oyen al auscultar con un fonendoscopio, y otras veces se oyen simplemente con la oreja, incluso a distancia del paciente.

La disnea es la sensación de dificultad respiratoria, de “ahogo”, o “fatiga” o “asfixia”. El paciente nota que le cuesta trabajo respirar, que le resulta difícil que el aire entre y salga de los pulmones.

Cuando una ventana está totalmente abierta, puede pasar mucho aire y no se oye ningún ruido; cuando se deja una rendija, pasa poco aire y además se oye como silba. Es una situación similar a lo que ocurre en el asma.

Se puede notar también una sensación de dolor o de presión en el pecho, como si se tuviese un peso en el pecho y no se pudiera mover.

¿Esos síntomas son exclusivos del asma?

No, no son exclusivos. La tos puede deberse a muchísimas causas. Los sibilantes o pitos son muy típicos del asma, pero también pueden aparecer en alguna infección bronquial. La dificultad respiratoria puede deberse también a muchos motivos, aunque el asma sea el más frecuente.

Lo típico del asma es la aparición repetida de los síntomas, sobre todo si aparecen los tres de manera conjunta. Cuando los síntomas aparecen por primera o segunda vez, hablamos de bronquitis . Cuando aparecen tres o más veces será cuando podamos empezar a sospechar que se trate de un asma.

¿Cómo aparecen los síntomas del asma?

Existe mucha variedad. Lo más habitual es comenzar con tos, después se notan los “pitos” o sibilantes, y finalmente la dificultad respiratoria y la opresión en el pecho. Cuando se va mejorando, primero desaparece la dificultad respiratoria, después los pitos y por último la tos.

El orden de aparición y desaparición puede variar, y comenzar por la dificultad respiratoria, sin tener tos ni oírse pitos, y puede ser incompleto, en el sentido de que sólo aparezca un síntoma o dos, y no el tercero.

En el caso de la tos, hay personas con asma que sólo tienen tos, sin los otros síntomas. Es lo que se llama tos espasmódica o equivalente asmático. Es una tos seca, en ataques que responde a la medicación antiasmática.

En algunas personas la aparición de síntomas es muy rápida, en cuestión de horas o incluso de minutos, y en otras es lenta, a lo largo de 2-3 días. La velocidad de desaparición es igual de variable. Cuanto más rápido sea, más probable es que el desencadenante sea alguna alergia, mientras que los procesos más lentos suelen estar desencadenados por alguna infección.

¿Son graves los síntomas de asma?

Los síntomas varían de ser mínimos, que pasan desapercibidos, hasta llegar a ser mortales. Hay niños que están desarrollando su vida normal, incluso haciendo ejercicio, y que cuando son auscultados presentan sibilantes; si no son auscultados nadie diría que presentan asma en esos momentos. Otras veces los síntomas producen leve dificultad respiratoria, que no se nota con actividad tranquila, pero que se percibe al hacer alguna actividad más acelerada. En otras ocasiones sólo se nota la dificultad respiratoria al hacer un ejercicio intenso y mantenido.
Cuando los síntomas son más intensos el paciente debe estar en reposo, incluso concentrando todos sus esfuerzos en respirar. Si van a más, puede necesitarse tratamiento hospitalario, con oxígeno, o llegar a necesitar intubación y respiración artificial. Finalmente, en los casos más graves puede producirse la muerte; de hecho la mortalidad por asma ha aumentado en los últimos años.
La gravedad de los síntomas puede variar en un mismo paciente de unas ocasiones a otras, por lo que se debe aprender a reconocer los primeros síntomas y empezar el tratamiento de rescate de manera precoz, sin esperas.

¿Son graves los síntomas de asma?

Los síntomas varían de ser mínimos, que pasan desapercibidos, hasta llegar a ser mortales. Hay niños que están desarrollando su vida normal, incluso haciendo ejercicio, y que cuando son auscultados presentan sibilantes; si no son auscultados nadie diría que presentan asma en esos momentos. Otras veces los síntomas producen leve dificultad respiratoria, que no se nota con actividad tranquila, pero que se percibe al hacer alguna actividad más acelerada. En otras ocasiones sólo se nota la dificultad respiratoria al hacer un ejercicio intenso y mantenido.

Cuando los síntomas son más intensos el paciente debe estar en reposo, incluso concentrando todos sus esfuerzos en respirar. Si van a más, puede necesitarse tratamiento hospitalario, con oxígeno, o llegar a necesitar intubación y respiración artificial. Finalmente, en los casos más graves puede producirse la muerte.

La gravedad de los síntomas puede variar en un mismo paciente de unas ocasiones a otras, por lo que se debe aprender a reconocer los primeros síntomas y empezar el tratamiento de rescate de manera precoz, sin esperas.

¿Cuándo aparecen los síntomas del asma?

Existe también una gran variedad. Hay personas que están habitualmente bien y cada cierto tiempo presentan episodios de asma, o crisis, o agudizaciones. Esos síntomas agudos de asma pueden aparecer una vez al año, o una vez al mes o a la semana. Algunas personas tienen síntomas que duran unas horas, y otras personas tienen síntomas durante varios días. Habitualmente los niños tienen recuperación total entre un episodio y otro, pero algunos tienen síntomas leves entre episodios, e incluso hay quien tiene síntomas más intensos de manera continua, todos los días del año.

Entre los que tienen síntomas intermitentes hay quienes tienen síntomas en los meses fríos, otros en la primavera, otros en toda época del año. Algunas personas sólo notan síntomas cuando coinciden con alguna infección, otras cuando realizan un ejercicio físico intenso, algunas personas cuando se ríen a carcajadas, o lloran, o en situaciones de “stress” y de nerviosismo.

Todas estas situaciones son lo que se llaman desencadenantes del asma, que no son los causantes de la inflamación crónica del asma, sino que actúan sobre unos bronquios ya previamente inflamados y muy reactivos.

¿Cuál es la peor época para el asma?

Aunque cada persona puede tener su propio peor periodo, la época en la que más pacientes tienen síntomas es el otoño, y la que menos pacientes tienen síntomas es el verano. En el otoño coinciden cambios climáticos, bajada de temperaturas y más humedad y lluvias, con la vuelta de los niños al colegio. En esas condiciones climáticas proliferan los ácaros y los hongos, y al estar en la aulas los niños se ven más expuestos a contagiarse virus unos a otros.

Cuando hay más alergenos, los niños tienen más síntomas de asma; cuando se contagian con virus, los niños también tienen más síntomas de asma; pero cuando coinciden alergenos y virus, sus efectos se multiplican, con aumento de síntomas e incluso de hospitalizaciones por asma.

¿Cómo se diagnostica el asma?

El asma se diagnostica habitualmente porque se presentan los síntomas típicos de manera repetida. Aunque en la mayoría de las veces es suficiente con los síntomas que cuenta el paciente, es conveniente realizar pruebas funcionales respiratorias para confirmar el diagnóstico. Estas pruebas se usan también, no para diagnosticar el asma, sino para conocer su severidad, su repercusión sobre la capacidad pulmonar.

En ocasiones se realizan también análisis de sangre para valorar la predisposición alérgica que tenga el paciente o para descartar que tenga otras enfermedades con síntomas parecidos al asma.

Se dan más detalles sobre las diversas pruebas en el apartado “Estudio de la alergia”, en otra zona de esta página web.

¿Qué personas con asma deben estudiarse?

Las personas con síntomas muy leves, muy aislados, con recuperación completa, sin repercusión en su ritmo de vida pueden esperar a ver cómo va evolucionando su asma de manera espontánea y pueden ser controlados por su pediatra sin necesidad de hacer un estudio específico.

Las personas con síntomas severos deben estudiarse sin ninguna duda. Si se tienen síntomas frecuentes, intensos, duraderos, incapacitantes, limitantes, con amenaza para la vida, con mala respuesta al tratamiento, con evolución a empeoramiento, con complicaciones, con necesidades de ingresos hospitalarios o visitas a urgencias, etc, se debe hacer una valoración completa del asma sin demora por parte de un especialista.

Las personas con síntomas intermedios deben comentar con su médico la conveniencia de realizar ese estudio o bien de esperar, para tomar conjuntamente una decisión. En caso de duda es recomendable hacer el estudio.

¿Qué se hace ante una sospecha de asma?

Ante una consulta por sospecha de asma, el especialista valora tres aspectos: el qué, el cómo, y el porqué.

El qué se refiere a si los síntomas son en efecto debido al asma o si puede tratarse de otra enfermedad. En cada paciente, de manera individual, se realiza el llamado diagnóstico diferencial, que consiste en descartar otras enfermedades que pudieran llevar a confusión. Para ello se realizan análisis y pruebas, variables individualmente, según lo claros y típicos que sean los síntomas.

El cómo se refiere a la gravedad de los síntomas: se valoran muchos aspectos, como frecuencia de los síntomas, su duración, su intensidad, la respuesta a los tratamientos, la repercusión en la capacidad de hacer ejercicio, limitaciones en la vida diaria, pérdida de días de colegio o de trabajo, visitas a urgencias, hospitalizaciones, ingresos en cuidados intensivos, síntomas que ponen en riesgo la vida, evolución a lo largo del tiempo, etc. También se valoran las pruebas funcionales respiratorias para ver la repercusión en la capacidad pulmonar.

El porqué se refiere a identificar a los causantes y a los desencadenantes del asma.

Se dan más detalles sobre las distintas pruebas y análisis en el apartado “Estudio de la alergia”, en otra zona de esta página web.

¿Qué son los causantes y los desencadenantes del asma?

Los causantes son los responsables de la inflamación crónica de los bronquios de las personas con asma. Son los que van causando un daño crónico y mantenido de los bronquios, y hacen que estos se vuelvan muy reactivos a toda clase de estímulos.

Los desencadenantes son los estímulos que actúan sobre ese bronquio ya previamente dañado, y son capaces de provocar un episodio agudo de asma. Los desencadenantes no causan el daño crónico, sino que se “aprovechan” del daño previo; si actúan sobre un bronquio sano no provocan ningún síntoma.

Los causantes más frecuentes del asma infantil son la alergia y las infecciones víricas. Además de causantes, tanto la alergia como las infecciones víricas actúan muy a menudo como desencadenantes.

Como desencadenantes, además de los dos anteriores, actúan el ejercicio, el aire frío, el tabaco, la contaminación, el “stress”, la risa, el llanto, los cambios climáticos, los olores fuertes, los humos, los ambientes cargados, etc.

Los desencadenantes se suelen llamar desencadenantes inespecíficos, excepto los alergenos, las sustancias que causan alergia, que además de causantes son también desencadenantes específicos.

¿Qué tiene que ver el asma con la alergia?

La alergia es la causa identificable más frecuente del asma en los niños. Es relativamente poco frecuente en lactantes y niños menores de 4-6 años de edad, y es muy frecuente por encima de esa edad. Además la alergia tiene tratamiento disponible en la mayoría de los casos, con lo cual el asma mejora mucho o incluso llega a desaparecer por completo.

Se dan más detalles sobre asma y alergia en el apartado “Relación asma-alergia” en otra zona de esta página web.

¿Cómo se diagnostica que el asma no es de causa alérgica?

Algunos datos de analítica o de radiografías pueden ser de ayuda, pero lo más frecuente es que se diagnostique por exclusión, especialmente en el caso de asma inducido por virus. Esto quiere decir que si se realiza un estudio de alergia y es negativo, que no se identifica ninguna alergia, se dice que no es asma alérgica.

¿Qué es el asma “intrínseca”?

Se refiere a que alguien tiene asma y que no se ha identificado el motivo, que el asma es de causa desconocida. Se suele decir de aquellos casos en los que no se ha encontrado ninguna alergia. Se reserva más bien para adultos o para niños mayores, ya que en los niños menores de 5-6 años, si no se encuentra alergia, se da por sentado que se debe a infecciones por virus.

Para hablar de asma “intrínseca” se debe haber hecho un estudio detallado de alergia y de otras posibles causas, pues en realidad es un asma de causa desconocida, y no se puede hablar de causa desconocida si no se ha intentado conocer e identificar. Con el paso de los años, según han ido mejorando las técnicas analíticas y de estudio, la proporción de asma “intrínseca” ha ido disminuyendo.

¿Qué es el asma ocupacional?

El asma ocupacional o laboral se refiere a cuando los causantes o los desencadenantes del asma se presentan en el lugar donde trabaja una persona. Puede ocurrir con trabajos en panadería, maderas, textiles, etc. No es un problema habitual en niños de los países desarrollados, pero ocasionalmente puede aparecer en niños que acuden con frecuencia al lugar de trabajo de sus padres, o a través de contactos indirectos, por sustancias que los padres traen del trabajo a casa en sus ropas. Comuníquele al especialista en qué trabajan las personas que viven en casa por esta posibilidad.

¿Cuál es el tratamiento del asma?

El tratamiento del asma tiene también tres aspectos, el tratamiento del qué, el tratamiento del cómo, y el tratamiento del porqué.

El tratamiento del qué se refiere al tratamiento de los síntomas agudos o tratamiento de rescate. Cuando aparecen los síntomas de manera aguda se usan medicamentos broncodilatadores, que relajan los músculos bronquiales contraídos, y hacen que los bronquios se ensanchen para que pase mejor el aire.

El tratamiento del cómo se refiere al tratamiento preventivo, que se usa a diario, para disminuir la inflamación crónica de los bronquios, y hacer que no sean tan reactivos.

El tratamiento del porqué se refiere al tratamiento de la causa o tratamiento etiológico. Cuando se averigua la causa se usa un tratamiento para eliminar esa causa, o para que el cuerpo se adapte a esa causa y no le cause ya daño.

Se dan más detalles esos tratamientos, la respuesta que se espera, y la actitud si no se observa mejoría, en el apartado “Tratamiento del asma y otras alergias” en otra zona de esta página web.

¿Es recomendable la vacuna de la gripe en el asma?

Es muy recomendable que las personas con asma se vacunen contra la gripe todos los años, a cualquier edad.

¿Tiene complicaciones el asma?

En niños son frecuentes las atelectasias, y menos frecuentemente aparecen las neumonías, y el neumotórax o el neumomediastino.

Las atelectasias se producen cuando algún bronquio se tapona por completo. En el asma se forman muchas mucosidades en los bronquios. Esas mucosidades van saliendo de los pulmones poco a poco, ayudadas por la tos que las empuja. Esas mucosidades se pueden atascar en algún bronquio, haciendo como un tapón, y el aire no puede entrar en alguna zona del pulmón.

Eso es lo que se llama atelectasia, y se ve como una “mancha” en las radiografías. Desaparecen cuando las mucosidades son expulsadas del bronquio, generalmente por la tos. Por ello no es conveniente dar medicamentos que eliminan la tos a los pacientes asmáticos. La tos ayuda a que las mucosidades se vayan moviendo y sean expulsadas de los bronquios.

Las neumonías son infecciones de alguna zona del pulmón. Son muy corrientes en personas con asma y sin asma. Los asmáticos tienen más facilidad porque las mucosidades se pueden infectar, sobre todo en las atelectasias.

Es similar a lo que ocurre con el agua: el agua corriente se mantiene limpia, el agua estancada se pudre y se contamina. Las mucosidades que se van moviendo son expulsadas, las mucosidades que se quedan atascadas se contaminan de microbios y se infectan dando neumonía.

En las radiografías puede ser difícil saber si una “mancha” en el pulmón es una atelectasia o una neumonía. El médico valora otros síntomas para distinguirlas.

Cuando se produce una fuga de aire de los pulmones por pequeñas roturas hacia otras partes interiores del pecho aparece el neumotórax (aire dentro de la pleura) o el neumomediastino (aire dentro del mediastino). Suele desaparecer espontáneamente, aunque algunas veces se debe pinchar para extraerlo.

¿Cuándo se sospechan complicaciones en el asma?

Se sospechan cuando, en personas que tienen habitualmente síntomas de poca duración, los síntomas se están prolongando demasiado, en general más de 8-10 días, cuando aparece fiebre, cuando los síntomas son muy intensos, cuando no responden a la medicación habitual de rescate, cuando con la tos se va expulsando mucosidad espesa y de color oscuro, o cuando la auscultación no es la típica del asma.

En estas situaciones se sospecha alguna complicación, aunque no siempre se confirman, pues pueden aparecer en asmas no complicadas.

¿Cómo se diagnostican las complicaciones en el asma?

Las complicaciones descritas se diagnostican en muchos casos mediante radiografías. No está justificado hacer radiografías cada vez que una persona tiene una crisis de asma, pues la cantidad de radiación acumulada puede ser muy grande. El médico valorará cuándo hay necesidad de radiografía y la información que puede aportar.

¿Las personas con asma pueden hacer deporte?

Sí que pueden hacer deporte habitualmente, y es muy conveniente que lo hagan. De hecho, el asma de esfuerzo es muy frecuente entre deportistas de alto nivel. Evidentemente las personas con asma no pueden hacer deporte durante los episodios agudos, pero hacerlo en los intervalos sin síntomas les favorece mucho, porque mejoran el sistema respiratorio y el sistema cardiocirculatorio. De todas formas, se deben conocer a sí mismas, porque algunas personas con asma toleran el ejercicio sin problemas, pero otras pueden padecer broncoespasmo inducido por el ejercicio.

¿Qué es el asma de esfuerzo?

El asma de esfuerzo o disnea inducida por ejercicio se refiere a cuando una persona presenta síntomas agudos de asma al hacer un esfuerzo físico. En algunas personas con asma es un desencadenantes más entre otros, y en algunas personas es el único desencadenante, de manera que solamente tienen síntomas de asma al hacer ejercicio, pero no en otras circunstancias.

Los síntomas que pueden aparecer son los típicos, tos, sibilantes, dificultad respiratoria, y dolor o presión en el pecho. Pueden aparecer mientras se realiza el ejercicio, o poco después de terminarlo. Su aparición no es constante, siempre que se realiza ejercicio, sino que en algunas ocasiones se tolera el esfuerzo y en otras no.

Es muy importante que los profesores de educación física y entrenadores deportivos sepan qué niños pueden tener asma de esfuerzo.

¿Cómo se diagnostica el asma de esfuerzo?

Cuando es muy típico, es suficiente con los síntomas que relata el paciente. Otras veces los síntomas son más dudosos, pues alguien puede referir “cansancio” o “ahogo” al hacer deporte, y puede ser simplemente debido a falta de forma física adecuada. En los casos dudosos se deben hacer pruebas funcionales respiratorias con test de esfuerzo. Se dan más detalles sobre esto en el apartado “Estudio de la alergia”, en otra zona de esta página web.

¿Cuándo aparecen los síntomas de asma de esfuerzo?

Depende de la severidad del asma de cada paciente, de las condiciones climáticas (peor en días de viento, humedad, lluvia), temperatura (el aire frío es el peor), lugar (al aire libre generalmente peor que en lugares cerrados), estado del suelo (campos con hierba peor para alérgicos al polen; campos que levantan polvo peor para todos en general), estado del paciente (peor cuando coincide con alguna infección), objetos que se utilizan (como tatamis o colchonetas llenas de polvo), y también del tipo de ejercicio.

¿Qué deporte es el mejor para los niños con asma?

El mejor deporte para un niño con asma es el que más le guste. Si se ve obligado a hacer un deporte a disgusto, lo abandonará. Los deportes que más síntomas de asma pueden provocar son los que requieren un esfuerzo mantenido, sin descansos: las carreras de resistencia, el fútbol o baloncesto, en los que se está corriendo arriba y abajo continuamente, el hockey, el ciclismo, el patinaje, el rugby, el esquí nórdico.

Los que menos síntomas provocan son aquellos en los que se corre menos y hay descansos: deportes de raqueta, voleibol, gimnasia, artes marciales, golf, béisbol, ejercicios isométricos, natación, trampolín.

Pero si a un niño le gusta un deporte de los que pueden provocar más síntomas, es ese el que debe practicar, con ciertas precauciones.

¿Qué precauciones se deben tener para el asma de esfuerzo?

Se debe tomar con regularidad el tratamiento preventivo general del asma que le haya recomendado su médico. A veces esto es suficiente para no tener asma de esfuerzo. Es recomendable hacer ejercicios previos de estiramiento y de calentamiento gradual. En algunos casos concretos, tu médico especialista puede recomendar tomar un broncodilatador unos minutos antes de comenzar el ejercicio. Si a pesar de este broncodilatador se presentan síntomas durante el esfuerzo, o al terminarlo, se debe volver a repetir la toma del broncodilatador. El médico le indicará qué tratamiento tiene que usar.

Cuando se tiene asma de esfuerzo, aparece lo que se llama un periodo refractario. Esto quiere decir que si una persona tiene síntomas de asma por el ejercicio y después se recupera, viene a continuación un periodo de 4-6 horas durante las cuales ya no aparece el asma, aunque se haga ejercicio intenso. Algunos deportistas de competición usan esta estrategia. Se provocan los síntomas previamente, para luego competir durante el periodo refractario. No haga esto sin consultar con el médico si es recomendable en su caso, pues, si los síntomas son intensos, puede ser peor el remedio que la enfermedad.

¿Puede desaparecer el asma?

El asma infantil puede evolucionar de todas las formas. Puede empeorar, permanecer igual, mejorar, o desaparecer por completo.

Los niños que comienzan con asma de lactantes, pero que no tienen alergia, suelen evolucionar muy bien. El asma más corriente a esa edad está relacionada con infecciones víricas, y con cierto grado de “inmadurez” bronquial. Según va creciendo el niño y van madurando su sistema respiratorio y su sistema inmunológico, el asma va mejorando, y llega a desaparecer por completo. Este proceso puede tardar 4-6 años, durante los cuales el niño necesitará tratamiento de rescate y quizá también tratamiento preventivo.

Los niños con asma que tienen alergia presentan una evolución menos favorable que los no alérgicos. Su asma tiene tendencia a persistir durante más tiempo. Sin embargo, el asma de estos pacientes también puede ir mejorando mucho y llegar a desaparecer por completo. Esta mejoría se puede presentar o bien espontáneamente, o bien con el tratamiento antialérgico que corresponda.

Desafortunadamente hay pacientes, tanto alérgicos como no alérgicos, en los cuales el asma permanece sin cambios o puede empeorar.

¿De qué depende la evolución del asma?

Hay muchos factores que se desconocen. Cuanto más frecuentes e intensos sean los síntomas del asma, peor tiende a ser la evolución, aunque hay lactantes que pasan los primeros meses de vida con síntomas casi continuos y que después superan el asma por completo.

Para evolucionar favorablemente es importante que se siga el tratamiento de manera correcta, usando la medicación con las dosis, frecuencia y duración indicadas por el médico en cada caso.

Otro factor muy importante es que se averigüe la causa del asma y que se ponga el tratamiento correspondiente. Si no se identifica la causa de la inflamación bronquial crónica, esa causa seguirá actuando, y el asma persistirá. Si se identifica y se dispone de un tratamiento adecuado, al eliminar la causa el asma va mejorando hasta llegar a desaparecer.

¿La medicación del asma es para toda la vida?

La medicación preventiva del asma se usa durante periodos largos de tiempo, meses o años. En niños se usa de modo continuado en unas ocasiones, y en otras de modo intermitente, con descansos en los periodos sin síntomas. Por ejemplo, en verano hay muchos niños que interrumpen la medicación preventiva y luego vuelven a tomarla al acercarse el otoño.

La medicación preventiva no es “curativa”, es decir, no hace que desaparezca el asma para siempre. Hace efecto mientras se toma, y cuando se interrumpe deja de hacer efecto. Entonces los síntomas tienden a reaparecer, a menos que haya una mejoría espontánea del paciente, o una mejoría por un tratamiento etiológico o de la causa.

Si la causa se puede tratar, se puede llegar a eliminar por completo la medicación antiasmática.

Se dan más detalles sobre los efectos y el uso de los tratamientos en el apartado “Tratamiento del asma y otras alergias”, en otra zona de esta página web.

¿Puede reaparecer el asma cuando ya ha desaparecido?

í que puede ocurrir. Cualquier persona puede empezar con síntomas de asma a cualquier edad, aunque nunca anteriormente hubiese tenido ni el más mínimo síntoma. Las personas que han padecido asma de niños y luego les ha desaparecido, pueden volver a tener síntomas más adelante, igual que cualquiera.

En los que tenían alguna alergia puede ser debido a reactivación de la alergia antigua o por aparición de alguna alergia nueva. Se debe consultar con el médico para hacer una valoración global de la severidad de los síntomas y de las posibles causas. Tanto en los “antiguos asmáticos” como en los “nuevos” se debe valorar un estudio global y completo del asma.

Resumen del asma

El asma es una enfermedad muy frecuente en la edad pediátrica, debida a una inflamación crónica de los bronquios. Produce síntomas repetidos de tos, sibilantes o “pitos” en el pecho, y dificultad respiratoria. Es muy variable en cuanto a gravedad y circunstancias de aparición de los síntomas. En el asma actúan lo que llamamos desencadenantes, que hay que distinguir de los causantes. Es importante tratar de identificar esos causantes, pues de ello depende en gran parte el tratamiento y el pronóstico. En los niños más pequeños la causa principal son las infecciones por virus, y en los más mayores la alergia. El tratamiento consta de tres apartados; el tratamiento de rescate o de los síntomas agudos, el tratamiento preventivo o antiinflamatorio, y el tratamiento etiológico o de la causa. Algunas personas con asma presentan asma de esfuerzo, lo cual puede dificultar la práctica de ejercicio físico. La evolución también es muy variable, puede ser de empeoramiento progresivo, estacionamiento, mejoría parcial, o desaparición total y definitiva.