En este grupo ya pueden encontrarse discrepancias entre las recomendaciones de unos médicos y otros. En el caso de los alimentos lo habitual es recomendar que, si se está sensibilizado a un alimento, pero se está tolerando, que se siga comiendo con normalidad. Si es un alimento que no se ha tomado nunca, como el huevo en lactantes pequeños, hay quienes prefieren esperar a que desaparezca la sensibilización y quienes prefieren hacer una provocación precoz para comprobar si se tolera o no. En el caso de animales, se puede recomendar que si el animal no causa síntomas que se siga teniendo contacto con él. Sin embargo, hay quienes recomiendan evitar el contacto, porque los síntomas pueden aparecer por una suma de factores. Si se tiene alergia a animales y pólenes, puede ser que cada uno por separado no cause síntomas o que estos sean muy leves; si llega una época en que coinciden ambos, sus efectos se suman y aparecen los síntomas alérgicos. Como es prácticamente imposible evitar los pólenes se recomienda evitar los otros alergenos, para que no se dé ese efecto sumatorio. Una posible evolución frente a un alergeno que no causa síntomas es que, si se sigue manteniendo el contacto con él, la sensibilización vaya en aumento hasta que sí que produzca síntomas. Este es un argumento más para recomendar la evitación como prevención secundaria. Esta posible evolución de una sensibilización a peor se puede dar en lo referente al látex. El paciente que tolera látex aparentemente, si sigue en contacto con él, puede ver aumentada su sensibilización hasta tener síntomas. Es especialmente peligroso si estos aparecen en el curso de una operación quirúrgica, cuando los guantes de látex tienen contacto directo con el interior del cuerpo. Hay argumentos, por tanto, para recomendar tanto unas medidas como otras, por lo que debe valorarse por el especialista de modo individual.