Prevención

La prevención en el ámbito sanitario se refiere a las medidas o tratamientos a seguir antes de desarrollar unos síntomas, evitando que aparezcan. Así, por ejemplo, la vacuna del sarampión sirve para prevenir la aparición de esta enfermedad; se utiliza antes de que se padezca el sarampión, para que no llegue a presentarse.

En el caso de la alergia la prevención actúa en 3 niveles:

  • en las personas alérgicas que ya han tenido síntomas, evitar que vuelvan a tenerlos o disminuirlos (prevención terciaria).
  • en las personas que tienen pruebas de alergia positivas, es decir, que están sensibilizadas, pero que nunca han tenido síntomas clínicos, evitar que aparezcan dichos síntomas (prevención secundaria).
  • en las personas que ni han tenido síntomas ni pruebas positivas, evitar que desarrollen sensibilización y luego síntomas (prevención primaria).

La prevención puede llegar a evitar que aparezcan síntomas de alergia, como rinitis urticaria, broncoespasmo… aportando las siguientes ventajas : no tener molestias, no necesitar medicación, evitar visitas al médico o a hospitales, no tener limitaciones importantes en actividades dela vida diaria y  no estar en riesgo de sufrir reacciones alérgicas graves.

Las medidas de prevención pueden llegar a suponer cambios en algunos hábitos de vida, limitaciones de forma temporal en la alimentación, y unos gastos económicos y de tiempo en medidas de evitación. En la persona teóricamente con riesgo que finalmente no se hace alérgica no podemos saber si es gracias a la prevención, o si es debido a su evolución espontánea y no hubiera necesitado esas medidas. Por otra parte, la prevención no es efectiva en todas las personas, y algunas se harán finalmente alérgicas a pesar de todos los esfuerzos invertidos.

En las personas que ya han desarrollado síntomas alérgicos y en quienes ya se ha identificado la alergia responsable. Este grupo de personas es el grupo más fácilmente identificable y en quienes hay más acuerdo en la actitud a seguir, que es usar un tratamiento antialérgico, como pueden ser las vacunas de la alergia.

La prevención terciaria puede llevarse a cabo mediante: la evitación del alergeno o alergenos responsables, o tratamiento farmacológico: medicación preventiva y/o inmunoterapia o vacunas de la alergia. La decisión de un tratamiento u otro dependerá de factores individuales, y será recomendado por el médico especialista (alergólogo). Se dan más detalles de estos componentes en otras zonas de esta página web.

En las personas que presentan resultados positivos en pruebas de alergia (prueba cutánea o prick test) o analítica de sangre frente a algún alergeno, pero que no han desarrollado síntomas con ese alergeno. Son personas que llamamos sensibilizadas, pero no alérgicas; para ser llamadas alérgicas se requiere que el alergeno le haya causado síntomas. Este grupo de personas es algo más difícil de identificar. Son personas a las que, por razones variables, se les ha hecho un estudio de alergia. Pueden ser personas con alergia a una sustancia y en quienes en el estudio se identifica otro alergeno distinto que no le ha causado síntomas. Por ejemplo, en lactantes en quienes se estudia una posible alergia a la leche y en quienes se encuentra una sensibilización a huevo, alimento que es posible que estén tolerando o que puede que no hayan tomado nunca. Pueden ser personas que padecen síntomas de alergia exclusivamente en primavera, por sensibilización a polen, pero que también presentan pruebas positivas frente a otro alergeno, ácaros o animales, que no les causan ningún síntoma el resto del año. También pueden ser personas sin síntomas, pero con riesgo de sensibilizarse a un alérgeno nuevo. Por ejemplo, niños que han sufrido muchas operaciones quirúrgicasy en quienes se estudia la alergia a látex. Algunos pueden presentar pruebas positivas frente a látex pero describen que lo toleran sin problemas.

En este grupo ya pueden encontrarse discrepancias entre las recomendaciones de unos médicos y otros. En el caso de los alimentos lo habitual es recomendar que, si se está sensibilizado a un alimento, pero se está tolerando, que se siga comiendo con normalidad. Si es un alimento que no se ha tomado nunca, como el huevo en lactantes pequeños, hay quienes prefieren esperar a que desaparezca la sensibilización y quienes prefieren hacer una provocación precoz para comprobar si se tolera o no. En el caso de animales, se puede recomendar que si el animal no causa síntomas que se siga teniendo contacto con él. Sin embargo, hay quienes recomiendan evitar el contacto, porque los síntomas pueden aparecer por una suma de factores. Si se tiene alergia a animales y pólenes, puede ser que cada uno por separado no cause síntomas o que estos sean muy leves; si llega una época en que coinciden ambos, sus efectos se suman y aparecen los síntomas alérgicos. Como es prácticamente imposible evitar los pólenes se recomienda evitar los otros alergenos, para que no se dé ese efecto sumatorio. Una posible evolución frente a un alergeno que no causa síntomas es que, si se sigue manteniendo el contacto con él, la sensibilización vaya en aumento hasta que sí que produzca síntomas. Este es un argumento más para recomendar la evitación como prevención secundaria. Esta posible evolución de una sensibilización a peor se puede dar en lo referente al látex. El paciente que tolera látex aparentemente, si sigue en contacto con él, puede ver aumentada su sensibilización hasta tener síntomas. Es especialmente peligroso si estos aparecen en el curso de una operación quirúrgica, cuando los guantes de látex tienen contacto directo con el interior del cuerpo. Hay argumentos, por tanto, para recomendar tanto unas medidas como otras, por lo que debe valorarse por el especialista de modo individual.

Actualmente las vacunas no se recomiendan en la prevención secundaria. Si no se han tenido síntomas alérgicos no se aconseja medicación preventiva como prevención secundaria frente a un determinado alergeno. Si se tienen síntomas demostrados por un segundo alergeno, distinto al primero, puede aconsejarse medicación preventiva por el segundo, pero sin intención de tener efecto sobre el primero. Las vacunas de la alergia se reservan actualmente para la prevención terciaria, cuando los síntomas ya están instaurados. Algunos estudios en marcha están valorando la posibilidad de prevención secundaria comentada más arriba, pero no existen conclusiones claras todavía.

En la prevención primaria existen aun más discrepancias entre el personal médico. Las personas a quienes recomendar prevención primaria son las más difíciles de identificar. Son personas que no tienen síntomas alérgicos ni presentan sensibilización frente a ningún alergeno, pero que se cree que tienen un riesgo aumentado de desarrollar alergias. En este grupo se incluyen distintos tipos de personas. Un tipo lo componen los familiares de pacientes con antecedentes de alergia. Lo más habitual es contemplarlo para niños muy pequeños, de meses, o incluso durante el embarazo, niños cuyos padres o hermanos padecen alergia. Otro tipo incluye aquellas personas que no tienen familiares alérgicos, pero que pertenecen a un grupo de riesgo especial. Por ejemplo, niños con alguna enfermedad en la que se prevé que van a ser operados muchas veces, y que por tanto tienen riesgo de sensibilizarse frente a látex. Otro tipo lo constituyen personas atópicas, personas que tienen facilidad para desarrollar alergias, que se han hecho ya alérgicos a alguna sustancia, y en quienes se teme que vayan desarrollando nuevas alergias. Por ejemplo, alérgicos a alimentos que se teme que desarrollen alergias a sustancias inhaladas; personas con alergia a ácaros y que quieren tener alguna mascota en casa; personas alérgicas a inhalantes y que escogen unos estudios o profesión sanitaria, en la que tendrán mucho contacto con látex, o una profesión relacionada con animales, o cualquier otra profesión con materiales de riesgo. Otro tipo lo forman los niños con síntomas de asma u otros, en quienes se hace un estudio alergológico y resulta normal, pero en quienes se teme que desarrollen alguna alergia más adelante. Este temor se puede basar en antecedentes de otros familiares, o en datos del propio niño, como por ejemplo tener unos niveles de IgE total elevados en la analítica.

Es muy difícil de determinar. Entre los que tienen familiares alérgicos se suelen considerar los que tienen padres o hermanos alérgicos, y en menor medida, otros familiares como abuelos, tíos o primos. De todas maneras, esto se debe considerar desde otras facetas. No es lo mismo tener un hermano o padre alérgico a una sola cosa, con síntomas tardíos y leves, que tener un hermano o padre alérgico con alergias múltiples, frente a numerosos alergenos, con síntomas precoces y severos. Por ejemplo, la madre de un niño puede haberse hecho alérgica al polen de olivo cuando de mayor se ha trasladado a vivir a una zona olivarera y sólo tiene síntomas de rinitis en primavera, mientras que la madre de otro niño puede haber tenido desde pequeña alergia a la leche, pescados, frutos secos, alergia a ácaros, polen, y tener reacciones de asma, urticaria, etc., severas y de difícil control. A pesar de que ambas madres se pueden considerar alérgicas, el riesgo no es el mismo.

Un grupo lo integran los niños con alguna enfermedad congénita o adquirida que van a requerir repetidas operacionesquirúrgicas. Pueden ser malformaciones presentes durante el embarazo, como espina bífida, malformaciones digestivas, malformaciones de vías urinarias, malformaciones de huesos o articulaciones. Pueden ser problemas adquiridos después del nacimiento, como intestino corto, traumatismos por accidentes, quemaduras, etc. Si la enfermedad requerirá repetidas operaciones existe un mayor riesgo de desarrollar alergia a látex. En niños con problemas referidos al aparato digestivo también es más frecuente encontrar alergias a alimentos como leche o huevo. El riesgo de desarrollar alergia a látex es mayor cuanto más pequeño sea el niño cuando es operado. Cuando las operaciones comienzan en la edad adulta el riesgo es menor. Si además de las operaciones el niño presenta predisposición genética a desarrollar alergias, el riesgo aumenta aún más. En personas que están expuestas al látex en su trabajo también hay mayor riesgo de desarrollar alergia. Ocurre en personal sanitario, de jardinería, de limpieza, amas de casa y otras personas que usan guantes. En empresas en las que se fabrican objetos de látex también hay mayor riesgo. Si además del ambiente con mucho látex, una persona tiene predisposición genética a desarrollar alergias, su riesgo aumenta aun más.

Dentro de las personas que ya tienen alguna alergia existen algunas que han comenzado con alergia desde muy pequeños, desde lactantes, con síntomas muy precoces, se han hecho alérgicos a varios alergenos, y presentan síntomas variados en la piel, bronquios, nariz y ojos. Existen otras personas que comienzan con la alergia en la adolescencia o edad adulta, que se hacen alérgicos a una sola cosa, y que tienen un solo tipo de síntomas. Los primeros tienen un riesgo mucho mayor de ir desarrollando aun más alergias. Además, los niveles de IgE total también suelen ser diferentes entre ambos tipos.

En algunos niños que tienen síntomas digestivos, de dermatitis atópica, de asma, o de rinoconjuntivitis hay muchos a los que se les hace un estudio de alergia y no se encuentra ninguna sensibilización. Parte de ellos, con el tiempo, superarán esos síntomas sin ningún problema, pero otra parte acabarán desarrollando alguna alergia. En estos últimos podría ser útil el hacer algunas medidas de prevención frente a algunos alergenos. La identificación con seguridad de ellos es muy difícil. Son factores de riesgo el tener familiares con antecedentes alérgicos, y el tener niveles elevados de IgE total.

La IgE total no indica una alergia concreta frente a un alergeno determinado. Indica más bien una predisposición general a desarrollar alergias. Los niveles de IgE total dependen de la edad. Una cantidad que es normal en adultos o niños mayores puede ser muy elevada para un lactante. Si un niño tiene niveles altos, tanto si ya tiene alergia como si todavía no la tiene, está en riesgo aumentado de desarrollar más alergias en el futuro. Esos niveles son un dato más a valorar cara a posibles medidas preventivas.

Como se ha comentado a lo largo de las preguntas anteriores, el tomar una decisión u otra es difícil, porque no hay datos objetivos infalibles. Se valoran los diversos factores comentados, pero además influyen otros factores desconocidos. La decisión se debe alcanzar conjuntamente entre el médico y el propio paciente o sus familiares. Se debe decidir qué medidas seguir, cuánto tiempo mantenerlas y cuándo abandonarlas.

Las medidas para prevenir la alergia ambiental: a ácaros, a hongos, o a pólenes son las medidas de evitación que se recomiendan a las personas ya alérgicas (se habla en otras partes de la página web). En lo referente a alergenos de interior de las casas (ácaros, algunos hongos) se tienen más posibilidades; en lo referente a alergenos de exterior (pólenes, otros hongos) se tienen muy pocas posibilidades. Para prevenir la alergia a animales se recomiendan también las mismas medidas que a los ya alérgicos, y que consisten fundamentalmente en no tener animales en el domicilio y tratar de evitar los contactos indirectos.

La atención a los niños con múltiples operaciones se tiene que realizar en ambientes libres de látex, quirófanos, salas de hospitalización y consulta, etc. Ese ambiente libre de látex debe tenerse desde el primer contacto con el niño. Se ha comprobado que estas normas tienen una eficacia casi total en prevenir la alergia a látex en estos niños de riesgo. Para prevenir la alergia a látex en las profesiones de riesgo se debe conseguir también un ambiente libre de látex, sustituyendo los guantes de látex por guantes de otro material (vinilo, nitrilo…). Existen algunos centros hospitalarios donde se usa exclusivamente material libre de látex.

Actualmente no hay nada claro en cuanto a prevenir la alergia alimentaria. La medida de no tomar el alimento estaría justificada en el caso que ya existiera una alergia responsable que diera síntomas (prevención terciaria). Pero el retrasar la introducción de los alimentos en la dieta es algo que aún está en discusión, porque hay estudios que determinan que está opción no es efectiva. Hace años, la actitud de retrasar la introducción de alimentos como el huevo, frutos secos, y también legumbres, mariscos, y alguna fruta como melocotón o kiwi, parecía servir para prevenir la aparición de alergias, pero a día de hoy es algo que no se tiene aún claro.

Como la alergia a la leche puede aparecer a los pocos días de vida, e incluso se ha descrito algún caso con alergia desde el primer día de vida, se piensa que en algunos casos la alergia se ha desarrollado ya durante el embarazo. Por eso, se contemplan medidas preventivas durante el embarazo, durante la lactancia, referentes al tipo de leche, y a la suplementación de la leche con probióticos y prebióticos. El hecho de que la madre evite tomar leche y derivados durante el embarazo o mientras le está dando pecho al bebé en riesgo no ha mostrado apenas eficacia, por lo que no se recomienda como norma general. Es más, la idea actual es que la madre haga una dieta libre sin restricciones durante el embarazo y lactancia, y solo hacer dieta exenta de lácteos en el caso de que al lactante se le haya confirmado una alergia a proteínas de leche de vaca. Sí que se recomienda la lactancia materna en lugar de la lactancia artificial con leche de farmacia, cuanto más tiempo mejor, aunque las ventajas no están tan claras a partir de los cuatro meses de edad del bebé. Se está estudiando el uso de probióticos y prebióticos en la prevención de alergias. Los probióticos son microbios beneficiosos, no agresivos, tipo Lactobacilos, que estimulan ciertas defensas del cuerpo; los prebióticos son sustancias que el cuerpo humano no digiere ni asimila pero que favorecen el crecimiento de los probióticos en el intestino. Todavía se han de valorar más resultados para conocer su verdadera eficacia.

Actualmente no se recomiendan. Si no se han tenido síntomas alérgicos no se aconseja medicación preventiva como prevención primaria. Algún estudio realizado no ha encontrado ventajas en usar medicación preventiva con antihistamínicos ni otros fármacos. Las vacunas de la alergia se reservan actualmente para la prevención terciaria, pero no se utilizan ni para prevención primaria ni para secundaria.

Las medidas de prevención variaran en función de cada niño, el tipo de alergia establecida y si presenta o no síntomas. En el caso de la leche, la prevención primaria no se mantiene más allá del año de edad y en otros alimentos, hay discrepancias entre el retrasar la introducción de algunos alimentos hasta los 12, 18 o 24 meses, o introducirlos de forma precoz. La prevención terciaria en la alergia alimentaria, es decir, la evitación del alimento al que el niño es alérgico se mantendrá hasta el momento que el niño tolere ese alimento, confirmado con una prueba de provocación oral. En el caso de la alergia ambiental, la evitación de los alérgneos inhalantes, se suelen recomendar el máximo tiempo posible, sin concretar su duración. Algunos pacientes suelen abandonar el tratamiento preventivo por cansancio o por imposibilidad práctica de mantenerlo cuando el niño ya frecuenta ambientes variados, no solo su domicilio. En el caso del látex se recomiendan de manera indefinida, en los niños siempre que tenga que ser operado, y en los profesionales, toda su vida profesional.

Índice de contenidos

Índice de contenidos

¿Qué ventajas tiene la prevención?

La prevención puede llegar a evitar que aparezcan síntomas de alergia, como rinitis urticaria, broncoespasmo… aportando las siguientes ventajas : no tener molestias, no necesitar medicación, evitar visitas al médico o a hospitales, no tener limitaciones importantes en actividades dela vida diaria y  no estar en riesgo de sufrir reacciones alérgicas graves.

¿Qué desventajas tiene la prevención?

Las medidas de prevención pueden llegar a suponer cambios en algunos hábitos de vida, limitaciones de forma temporal en la alimentación, y unos gastos económicos y de tiempo en medidas de evitación. En la persona teóricamente con riesgo que finalmente no se hace alérgica no podemos saber si es gracias a la prevención, o si es debido a su evolución espontánea y no hubiera necesitado esas medidas. Por otra parte, la prevención no es efectiva en todas las personas, y algunas se harán finalmente alérgicas a pesar de todos los esfuerzos invertidos.

¿En quiénes se hace prevención terciaria?

En las personas que ya han desarrollado síntomas alérgicos y en quienes ya se ha identificado la alergia responsable. Este grupo de personas es el grupo más fácilmente identificable y en quienes hay más acuerdo en la actitud a seguir, que es usar un tratamiento antialérgico, como pueden ser las vacunas de la alergia.

¿Cómo se hace la prevención terciaria?

La prevención terciaria puede llevarse a cabo mediante: la evitación del alergeno o alergenos responsables, o tratamiento farmacológico: medicación preventiva y/o inmunoterapia o vacunas de la alergia. La decisión de un tratamiento u otro dependerá de factores individuales, y será recomendado por el médico especialista (alergólogo). Se dan más detalles de estos componentes en otras zonas de esta página web.

¿En quiénes se hace prevención secundaria?

En las personas que presentan resultados positivos en pruebas de alergia (prueba cutánea o prick test) o analítica de sangre frente a algún alergeno, pero que no han desarrollado síntomas con ese alergeno. Son personas que llamamos sensibilizadas, pero no alérgicas; para ser llamadas alérgicas se requiere que el alergeno le haya causado síntomas. Este grupo de personas es algo más difícil de identificar. Son personas a las que, por razones variables, se les ha hecho un estudio de alergia. Pueden ser personas con alergia a una sustancia y en quienes en el estudio se identifica otro alergeno distinto que no le ha causado síntomas. Por ejemplo, en lactantes en quienes se estudia una posible alergia a la leche y en quienes se encuentra una sensibilización a huevo, alimento que es posible que estén tolerando o que puede que no hayan tomado nunca. Pueden ser personas que padecen síntomas de alergia exclusivamente en primavera, por sensibilización a polen, pero que también presentan pruebas positivas frente a otro alergeno, ácaros o animales, que no les causan ningún síntoma el resto del año. También pueden ser personas sin síntomas, pero con riesgo de sensibilizarse a un alérgeno nuevo. Por ejemplo, niños que han sufrido muchas operaciones quirúrgicasy en quienes se estudia la alergia a látex. Algunos pueden presentar pruebas positivas frente a látex pero describen que lo toleran sin problemas.

¿Cómo se hace la prevención secundaria?

En este grupo ya pueden encontrarse discrepancias entre las recomendaciones de unos médicos y otros. En el caso de los alimentos lo habitual es recomendar que, si se está sensibilizado a un alimento, pero se está tolerando, que se siga comiendo con normalidad. Si es un alimento que no se ha tomado nunca, como el huevo en lactantes pequeños, hay quienes prefieren esperar a que desaparezca la sensibilización y quienes prefieren hacer una provocación precoz para comprobar si se tolera o no. En el caso de animales, se puede recomendar que si el animal no causa síntomas que se siga teniendo contacto con él. Sin embargo, hay quienes recomiendan evitar el contacto, porque los síntomas pueden aparecer por una suma de factores. Si se tiene alergia a animales y pólenes, puede ser que cada uno por separado no cause síntomas o que estos sean muy leves; si llega una época en que coinciden ambos, sus efectos se suman y aparecen los síntomas alérgicos. Como es prácticamente imposible evitar los pólenes se recomienda evitar los otros alergenos, para que no se dé ese efecto sumatorio. Una posible evolución frente a un alergeno que no causa síntomas es que, si se sigue manteniendo el contacto con él, la sensibilización vaya en aumento hasta que sí que produzca síntomas. Este es un argumento más para recomendar la evitación como prevención secundaria. Esta posible evolución de una sensibilización a peor se puede dar en lo referente al látex. El paciente que tolera látex aparentemente, si sigue en contacto con él, puede ver aumentada su sensibilización hasta tener síntomas. Es especialmente peligroso si estos aparecen en el curso de una operación quirúrgica, cuando los guantes de látex tienen contacto directo con el interior del cuerpo. Hay argumentos, por tanto, para recomendar tanto unas medidas como otras, por lo que debe valorarse por el especialista de modo individual.

¿Se usan medicación preventiva o vacunas en la prevención secundaria?

Actualmente las vacunas no se recomiendan en la prevención secundaria. Si no se han tenido síntomas alérgicos no se aconseja medicación preventiva como prevención secundaria frente a un determinado alergeno. Si se tienen síntomas demostrados por un segundo alergeno, distinto al primero, puede aconsejarse medicación preventiva por el segundo, pero sin intención de tener efecto sobre el primero. Las vacunas de la alergia se reservan actualmente para la prevención terciaria, cuando los síntomas ya están instaurados. Algunos estudios en marcha están valorando la posibilidad de prevención secundaria comentada más arriba, pero no existen conclusiones claras todavía.

¿En quiénes se hace prevención primaria?

En la prevención primaria existen aun más discrepancias entre el personal médico. Las personas a quienes recomendar prevención primaria son las más difíciles de identificar. Son personas que no tienen síntomas alérgicos ni presentan sensibilización frente a ningún alergeno, pero que se cree que tienen un riesgo aumentado de desarrollar alergias. En este grupo se incluyen distintos tipos de personas. Un tipo lo componen los familiares de pacientes con antecedentes de alergia. Lo más habitual es contemplarlo para niños muy pequeños, de meses, o incluso durante el embarazo, niños cuyos padres o hermanos padecen alergia. Otro tipo incluye aquellas personas que no tienen familiares alérgicos, pero que pertenecen a un grupo de riesgo especial. Por ejemplo, niños con alguna enfermedad en la que se prevé que van a ser operados muchas veces, y que por tanto tienen riesgo de sensibilizarse frente a látex. Otro tipo lo constituyen personas atópicas, personas que tienen facilidad para desarrollar alergias, que se han hecho ya alérgicos a alguna sustancia, y en quienes se teme que vayan desarrollando nuevas alergias. Por ejemplo, alérgicos a alimentos que se teme que desarrollen alergias a sustancias inhaladas; personas con alergia a ácaros y que quieren tener alguna mascota en casa; personas alérgicas a inhalantes y que escogen unos estudios o profesión sanitaria, en la que tendrán mucho contacto con látex, o una profesión relacionada con animales, o cualquier otra profesión con materiales de riesgo. Otro tipo lo forman los niños con síntomas de asma u otros, en quienes se hace un estudio alergológico y resulta normal, pero en quienes se teme que desarrollen alguna alergia más adelante. Este temor se puede basar en antecedentes de otros familiares, o en datos del propio niño, como por ejemplo tener unos niveles de IgE total elevados en la analítica.

¿Quiénes son de mayor riesgo si se tienen familiares alérgicos?

Es muy difícil de determinar. Entre los que tienen familiares alérgicos se suelen considerar los que tienen padres o hermanos alérgicos, y en menor medida, otros familiares como abuelos, tíos o primos. De todas maneras, esto se debe considerar desde otras facetas. No es lo mismo tener un hermano o padre alérgico a una sola cosa, con síntomas tardíos y leves, que tener un hermano o padre alérgico con alergias múltiples, frente a numerosos alergenos, con síntomas precoces y severos. Por ejemplo, la madre de un niño puede haberse hecho alérgica al polen de olivo cuando de mayor se ha trasladado a vivir a una zona olivarera y sólo tiene síntomas de rinitis en primavera, mientras que la madre de otro niño puede haber tenido desde pequeña alergia a la leche, pescados, frutos secos, alergia a ácaros, polen, y tener reacciones de asma, urticaria, etc., severas y de difícil control. A pesar de que ambas madres se pueden considerar alérgicas, el riesgo no es el mismo.

¿Quiénes están en grupos de riesgo especial sin tener familiares alérgicos?

Un grupo lo integran los niños con alguna enfermedad congénita o adquirida que van a requerir repetidas operacionesquirúrgicas. Pueden ser malformaciones presentes durante el embarazo, como espina bífida, malformaciones digestivas, malformaciones de vías urinarias, malformaciones de huesos o articulaciones. Pueden ser problemas adquiridos después del nacimiento, como intestino corto, traumatismos por accidentes, quemaduras, etc. Si la enfermedad requerirá repetidas operaciones existe un mayor riesgo de desarrollar alergia a látex. En niños con problemas referidos al aparato digestivo también es más frecuente encontrar alergias a alimentos como leche o huevo. El riesgo de desarrollar alergia a látex es mayor cuanto más pequeño sea el niño cuando es operado. Cuando las operaciones comienzan en la edad adulta el riesgo es menor. Si además de las operaciones el niño presenta predisposición genética a desarrollar alergias, el riesgo aumenta aún más. En personas que están expuestas al látex en su trabajo también hay mayor riesgo de desarrollar alergia. Ocurre en personal sanitario, de jardinería, de limpieza, amas de casa y otras personas que usan guantes. En empresas en las que se fabrican objetos de látex también hay mayor riesgo. Si además del ambiente con mucho látex, una persona tiene predisposición genética a desarrollar alergias, su riesgo aumenta aun más.

¿Quiénes son de mayor riesgo entre los ya alérgicos?

Dentro de las personas que ya tienen alguna alergia existen algunas que han comenzado con alergia desde muy pequeños, desde lactantes, con síntomas muy precoces, se han hecho alérgicos a varios alergenos, y presentan síntomas variados en la piel, bronquios, nariz y ojos. Existen otras personas que comienzan con la alergia en la adolescencia o edad adulta, que se hacen alérgicos a una sola cosa, y que tienen un solo tipo de síntomas. Los primeros tienen un riesgo mucho mayor de ir desarrollando aun más alergias. Además, los niveles de IgE total también suelen ser diferentes entre ambos tipos.

¿Quiénes son de mayor riesgo entre los que ya tienen síntomas, pero no tienen alergia?

En algunos niños que tienen síntomas digestivos, de dermatitis atópica, de asma, o de rinoconjuntivitis hay muchos a los que se les hace un estudio de alergia y no se encuentra ninguna sensibilización. Parte de ellos, con el tiempo, superarán esos síntomas sin ningún problema, pero otra parte acabarán desarrollando alguna alergia. En estos últimos podría ser útil el hacer algunas medidas de prevención frente a algunos alergenos. La identificación con seguridad de ellos es muy difícil. Son factores de riesgo el tener familiares con antecedentes alérgicos, y el tener niveles elevados de IgE total.

¿Cómo influyen los niveles de IgE total?

La IgE total no indica una alergia concreta frente a un alergeno determinado. Indica más bien una predisposición general a desarrollar alergias. Los niveles de IgE total dependen de la edad. Una cantidad que es normal en adultos o niños mayores puede ser muy elevada para un lactante. Si un niño tiene niveles altos, tanto si ya tiene alergia como si todavía no la tiene, está en riesgo aumentado de desarrollar más alergias en el futuro. Esos niveles son un dato más a valorar cara a posibles medidas preventivas.

¿Cuándo se decide realizar medidas preventivas?

Como se ha comentado a lo largo de las preguntas anteriores, el tomar una decisión u otra es difícil, porque no hay datos objetivos infalibles. Se valoran los diversos factores comentados, pero además influyen otros factores desconocidos. La decisión se debe alcanzar conjuntamente entre el médico y el propio paciente o sus familiares. Se debe decidir qué medidas seguir, cuánto tiempo mantenerlas y cuándo abandonarlas.

¿Cómo se previene la alergia a inhalantes?

Las medidas para prevenir la alergia ambiental: a ácaros, a hongos, o a pólenes son las medidas de evitación que se recomiendan a las personas ya alérgicas (se habla en otras partes de la página web). En lo referente a alergenos de interior de las casas (ácaros, algunos hongos) se tienen más posibilidades; en lo referente a alergenos de exterior (pólenes, otros hongos) se tienen muy pocas posibilidades. Para prevenir la alergia a animales se recomiendan también las mismas medidas que a los ya alérgicos, y que consisten fundamentalmente en no tener animales en el domicilio y tratar de evitar los contactos indirectos.

¿Cómo se previene la alergia a látex?

La atención a los niños con múltiples operaciones se tiene que realizar en ambientes libres de látex, quirófanos, salas de hospitalización y consulta, etc. Ese ambiente libre de látex debe tenerse desde el primer contacto con el niño. Se ha comprobado que estas normas tienen una eficacia casi total en prevenir la alergia a látex en estos niños de riesgo. Para prevenir la alergia a látex en las profesiones de riesgo se debe conseguir también un ambiente libre de látex, sustituyendo los guantes de látex por guantes de otro material (vinilo, nitrilo…). Existen algunos centros hospitalarios donde se usa exclusivamente material libre de látex.

¿Cómo se previene la alergia a alimentos?

Actualmente no hay nada claro en cuanto a prevenir la alergia alimentaria. La medida de no tomar el alimento estaría justificada en el caso que ya existiera una alergia responsable que diera síntomas (prevención terciaria). Pero el retrasar la introducción de los alimentos en la dieta es algo que aún está en discusión, porque hay estudios que determinan que está opción no es efectiva. Hace años, la actitud de retrasar la introducción de alimentos como el huevo, frutos secos, y también legumbres, mariscos, y alguna fruta como melocotón o kiwi, parecía servir para prevenir la aparición de alergias, pero a día de hoy es algo que no se tiene aún claro.

¿Cómo se previene la alergia a la leche en lactantes?

Como la alergia a la leche puede aparecer a los pocos días de vida, e incluso se ha descrito algún caso con alergia desde el primer día de vida, se piensa que en algunos casos la alergia se ha desarrollado ya durante el embarazo. Por eso, se contemplan medidas preventivas durante el embarazo, durante la lactancia, referentes al tipo de leche, y a la suplementación de la leche con probióticos y prebióticos. El hecho de que la madre evite tomar leche y derivados durante el embarazo o mientras le está dando pecho al bebé en riesgo no ha mostrado apenas eficacia, por lo que no se recomienda como norma general. Es más, la idea actual es que la madre haga una dieta libre sin restricciones durante el embarazo y lactancia, y solo hacer dieta exenta de lácteos en el caso de que al lactante se le haya confirmado una alergia a proteínas de leche de vaca. Sí que se recomienda la lactancia materna en lugar de la lactancia artificial con leche de farmacia, cuanto más tiempo mejor, aunque las ventajas no están tan claras a partir de los cuatro meses de edad del bebé. Se está estudiando el uso de probióticos y prebióticos en la prevención de alergias. Los probióticos son microbios beneficiosos, no agresivos, tipo Lactobacilos, que estimulan ciertas defensas del cuerpo; los prebióticos son sustancias que el cuerpo humano no digiere ni asimila pero que favorecen el crecimiento de los probióticos en el intestino. Todavía se han de valorar más resultados para conocer su verdadera eficacia.

¿Se usan medicación preventiva o vacunas en la prevención primaria?

Actualmente no se recomiendan. Si no se han tenido síntomas alérgicos no se aconseja medicación preventiva como prevención primaria. Algún estudio realizado no ha encontrado ventajas en usar medicación preventiva con antihistamínicos ni otros fármacos. Las vacunas de la alergia se reservan actualmente para la prevención terciaria, pero no se utilizan ni para prevención primaria ni para secundaria.

¿Cuánto tiempo se mantienen las medidas de prevención?

Las medidas de prevención variaran en función de cada niño, el tipo de alergia establecida y si presenta o no síntomas. En el caso de la leche, la prevención primaria no se mantiene más allá del año de edad y en otros alimentos, hay discrepancias entre el retrasar la introducción de algunos alimentos hasta los 12, 18 o 24 meses, o introducirlos de forma precoz. La prevención terciaria en la alergia alimentaria, es decir, la evitación del alimento al que el niño es alérgico se mantendrá hasta el momento que el niño tolere ese alimento, confirmado con una prueba de provocación oral. En el caso de la alergia ambiental, la evitación de los alérgneos inhalantes, se suelen recomendar el máximo tiempo posible, sin concretar su duración. Algunos pacientes suelen abandonar el tratamiento preventivo por cansancio o por imposibilidad práctica de mantenerlo cuando el niño ya frecuenta ambientes variados, no solo su domicilio. En el caso del látex se recomiendan de manera indefinida, en los niños siempre que tenga que ser operado, y en los profesionales, toda su vida profesional.

Resumen de la prevención en alergia

La prevención en alergia tiene como finalidad evitar la reaparición de síntomas en las personas que ya los han padecido (prevención terciaria), evitar la aparición de síntomas en personas sensibilizadas que nunca los han tenido (prevención secundaria), y evitar la aparición de sensibilización y síntomas en personas no sensibilizadas y asintomáticas (prevención primaria). Las medidas de prevención de los diversos alergenos consisten básicamente en seguir las normas de evitación que se les recomiendan a los ya alérgicos, normas de evitación de alergenos o dietas exentas a algunos alimentos. Es complicado decidir en qué personas concretas merece la pena seguir medidas de prevención, pues el nivel de riesgo es muy variable, y los resultados no son extraordinariamente buenos. La decisión tendrá que tomarse con una valoración muy individualizada conjunta del médico y del paciente o sus familiares.